El Prana nos rodea, penetra en
nosotros, está en lo que vemos, olemos, palpamos y en muchas de las cosas que
comemos. Mágica y vital conexión entre el cosmos y nosotros, es la esencia
misma de la vida.
Esta energía universal es el
principio de la vida que, adoptando diversas formas, hace posibles la luz, el
calor y todas las formas de existencia en el planeta. Sabemos que se encuentra
en los animales, en los vegetales y se supone que puede hallarse en los
minerales, durante un tiempo más o menos largo, después de que se los separó de
su fuente de origen.
En el ser humano, posibilita todas
las actividades orgánicas y psíquicas.
Mediante las técnicas del Yoga se
aprende a regir y a equilibrar esta energía vital. Su equilibrio es sinónimo de
salud y su desequilibrio trae aparejada la enfermedad.
Es importante saber que el prana
alterado inquieta la mente y complica el funcionamiento de nuestro sistema
nervioso. Por lo tanto, su control permite adquirir el dominio de la energía y
de la mente, ya que existe una estrechísima relación entre ambas, y, a medida
que se aprende a manejar una de ellas, se logra hacerlo con la otra.
Dada la necesidad de la actual
ciencia occidental de encontrarle una explicación racional a cada uno de los
fenómenos de la naturaleza, lo mejor sería comparar al prana con una
manifestación de la electricidad o del magnetismo.
¿Dónde lo encontramos? Su fuente más importante es la atmósfera;
ahí lo hallamos constituido por pequeños iones negativos, que son átomos
cargados eléctricamente, muy activos y que, en perpetuo movimiento, revitalizan
constantemente cada célula de nuestro cuerpo.
El sol, los rayos cósmicos, las
masas de agua en movimiento y en evaporación son los principales factores de
ionización y cargan de prana el aire. Por eso es que el aire que respiramos
cerca del mar nos carga de energía y vitalidad. En contraposición, el oxígeno
en las grandes ciudades, cargado de smog, es menos vivificador que en el campo
o en zonas marinas.
¿Cómo lo absorbemos? Absorbemos el prana por medio de la
respiración, de los alimentos que ingerimos y de nuestro cuerpo; los órganos
que intervienen en este proceso son la nariz, los pulmones y la piel.
Algunos alimentos que ingerimos,
incluyendo el agua, lo poseen, por lo que esta energía es absorbida por nuestro
cuerpo a través del sistema digestivo. Por lo tanto, es de suma importancia
seleccionar muy bien todo lo que comemos (los alimentos industrializados
carecen de prana) y revisar cómo comemos. Las radiaciones solares, cósmicas y
terrestres hacen que el prana ingrese a nuestro organismo por la piel.
Prana y Yoga
Los rishis (sabios) proclaman -y
esto forma parte del Yoga- que el prana puede ser almacenado y acumulado en el
sistema nervioso, más específicamente en el plexo solar. Aún más, acentúan esta
noción capital diciendo: "El Yoga nos da el poder de dirigir a voluntad la
corriente de prana mediante el pensamiento". Es decir que la práctica de
Yoga proporciona un acceso consciente y voluntario a las fuentes mismas de la
vida. La ciencia del control de esta maravillosa energía se llama pranayama (ayama: dominar).
Fuente: http://www.fundacion-indra-devi.org/#
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